Cristián
Ordoñez
"Me interesa el proceso de experimentación que lo tangible otorga, transformando un grupo de trabajo en una obra, un objeto con otra lectura."
Cristián Ordóñez, artista chileno nacido en Santiago en 1976, actualmente vive y trabaja en Toronto, Canadá. Su trabajo es un diálogo entre la fotografía, el diseño gráfico y el material impreso. Su fotografía explora los paralelos entre ideas como la memoria y la pertenencia, el territorio y la arquitectura, los vestigios y lo vernáculo. Estos temas fotográficos se presentan a través de la fotografía del paisaje, las estructuras urbanas, el retrato y la abstracción. Cristián trabaja con piezas individuales y en series, como fragmentos de una obra continua.
1. ¿Cuál fue el punto de inflexión en tu historia personal donde la fotografía pasó a ser parte esencial de tu vida?
C.O: El momento que salí del país por mi cuenta, con mi propia familia y bajo nuestra propia decisión. Las veces anteriores que viví fuera de Chile fue por decisión de mis padres, y si bien influenciaron completamente mi forma de ser e intereses, tomar la decisión en conjunto con mi familia remarcó la necesidad de encontrar una forma de reelección, exploración e introspección personal que en mi caso fue filtrada por la fotografía.
2. ¿Cómo ha sido tu camino de formación en fotografía?
C.O: Me formé como Diseñador Gráfico hace más de 20 años atrás. En la Escuela de Diseño, tuve clases de fotografía donde aprendí a utilizar el laboratorio y a trabajar inicialmente en formato de 35mm. Mis referentes iniciales de fotografía fueron ligados a la Historia del Arte, el Diseño, y la Arquitectura. Desde entonces mi proceso ha sido más de exploración e investigación personal. Me he educado de forma autodidacta en fotografía, investigando, estudiando referentes contemporáneos, clásicos, pares de estos tiempos y literatura relacionada con la fotografía. He tomado masterclasses y workshops con destacados fotógrafos como Jason Fulford y Ruth Kaplan de edición y procesos de producción de cuarto oscuro, para abarcar más mis intereses con lo tangible y el fotolibro.
3. ¿Cómo son tus procesos creativos?
C.O: Normalmente camino mucho, quizás ese es el proceso más importante de mi trabajo, caminar y observar. En este paso voy descubriendo elementos y situaciones que captan mi atención asociados a ciertos temas en mente. El proceso posterior es revelar, escanear, pensar en el trabajo y darme el tiempo de editar. Digitalizo todo en alta y tengo un amplio archivo de trabajo que va evolucionando. Trabajó en varias temáticas al mismo tiempo, y normalmente no trabajo en series, aunque lo he hecho, pero siempre voy haciendo fotografías como un gran cuerpo de trabajo que en algún momento toma forma y se transforma en un grupo de trabajo para una publicación u otro fin. Ese proceso es el cual me ayuda a entender cómo va funcionando mi mente.
4. ¿Cuáles son las estrategias de difusión de tu trabajo?
C.O: Soy bastante malo para hacer estrategias. Me cuesta mucho difundir mi trabajo como enviar a concursos u Open Calls. Una que otra vez lo hago, pero más que nada para publicaciones o alguna exhibición. He participado en eventos como reviewer y jurado en áreas de diseño, ilustración, arte público y fotografía en Toronto, y siempre me ha molestado un poco el sentir que uno es una especie de “experto”, o cuando le toca a uno enviar trabajo y esperar esa validación que a veces no llega. Quizás es estúpido de mi parte, porque el medio funciona de esa manera, pero me interesan más los espacios de conversación, son más honestos porque te ayuda a avanzar. Lamentablemente no hay muchos, pero creo que esa podría considerarse una estrategia para conectar con pares, aprender de procesos y ver las visiones de otros fotógrafos, curadores o artistas que están en algo similar.
Otras estrategias más pasivas, si se puede llamar así, es tratar de mantener mi sitio web activo, fresco y actualizado, igual que las redes sociales, que las ocupo mucho pero cada vez me gustan menos.
5. ¿Consideras la publicación del fotolibro como esencial? ¿Por qué?
C.O: Definitivamente es esencial para la fotografía y tiendo a pensar mi trabajo en formato de libro, sin embargo, también depende del tipo de trabajo. He trabajado en fotolibros como autor, diseñador y editor. Desde el 2017 hago clases de Diseño de Libros en la Universidad OCAD en Toronto y este año (2020) dicté un workshop de fotolibro y edición en VU Photo, un centro de formación fotográfica en la ciudad de Quebec donde trabajé en 6 proyectos fotográficos con artistas de la región. Es una temática que me fascina e interesa muchísimo, los colecciono y creo en ellos, pero sí creo que hay una tendencia grande de que “casi todo debe ser un fotolibro”, no debería ser así y sé que yo he caído en esto mismo. En algunos casos me interesan más el trabajo fotográfico, en otros el complemento de la historia, y otros la obra propiamente y su formato como un objeto. Me interesa el proceso de experimentación que lo tangible otorga, transformando un grupo de trabajo en una obra, un objeto con otra lectura.
Trabajar en uno me ayuda a cuestionar mi proceso y otorgar otra capa de información al trabajo fotográfico. Lo creo esencial como producto, me parece muy interesante que le de una permanencia en el tiempo a la fotografía, una historia y un lugar para su lectura e interpretación, pero al mismo tiempo no creo que todo trabajo fotográfico deba terminar en un fotolibro.
6. ¿Qué significa para ti el concepto de fotografía latinoamericana?
C.O: Voy a ser muy honesto contigo, me siento muy fresco y nuevo en relación a la fotografía latinoamericana. Soy chileno, comencé a interesarme en el arte en general cuando vivía fuera de Chile, en Nueva Zelandia. Estudié Diseño en Chile, y mientras estuve allá, la fotografía para mí fue un proceso de exploración de la ciudad enfocado en lo vernacular, urbano y arquitectura local. Lo practiqué constantemente pero no desarrollé proyectos específicos. Eso lo comencé a hacer en Canadá (2008), entonces siento que mi educación e investigación, si bien ha sido más autodidacta, ha sido de cierta manera enfocada fuera de sólo latinoamérica. Lamento eso porque en los últimos años he descubierto bastante fotografía latinoamericana que debería haber conocido antes y me fascina muchísimo. Pero la fotografía normalmente refleja de una u otra forma el territorio que se habita y me gusta estar abierto a las posibilidades que te da la vida e independiente a donde estes hacer trabajo que represente la realidad que estás viviendo en ese momento, sin limitarte o encasillar lo que haces a una temática o estilo. Definitivamente estar en Chile durante el estallido social y hacer fotografía durante este proceso ha cambiado mi forma de pensar el trabajo y pensar ciertas cosas, pero es fácil caer en estereotipos de diferentes lados y complejo a veces sentir que tu trabajo, visión e intereses representan de cierta manera realidades diferentes. Al menos eso es complejo, pero al mismo tiempo muy interesante para mi.
7. ¿Qué opinas de la educación de la imagen en la sociedad; educación escolar u otra y cómo conectas la educación con tu trabajo?
Partiendo desde el periodo escolar, desconozco el cómo ha cambiado el proceso educativo desde que yo estudié en el colegio en Chile, pero en el caso de mis hijos, estudiando en Canadá, me doy cuenta que en algunas ocasiones el sistema educativo reemplaza algunos textos por documentales, estas imágenes en movimiento permiten que exista un interés mayor en los niños, que evoluciona posteriormente con una discusión. El proceso de educación es más activo y práctico, de percepción y sensibilidades donde el estudiante desde joven pasa a ser un espectador activo. En las universidades pasa algo similar, la práctica visual es muy importante y la idea de ser un receptor activo de la fotografía es primordial, dejando la lectura abierta a interpretación. Sin embargo, no creo que el único proceso de educación sea en universitario, si bien es uno muy importante, creo también en las experiencias de la vida y cómo estas influyen la forma de ver las cosas. Me interesa la percepción e interpretación de cada uno y como cada receptor entrega de cierta manera su punto de vista a las diferentes imágenes que visualiza, estas lecturas son muchas veces afectadas por historias personales de cada espectador, su cultura, el territorio que ocupa o su educación. Es una conversación continua que siempre enriquece el trabajo.